Breve historia del esperanto
Los comienzos
El Esperanto se da a conocer en 1887 con el denominado “Primer libro” (Unua libro), o, para utilizar el título completo “Lengua internacional. Prólogo y libro de texto completo para rusoparlantes”. El libro, más bien un folleto por su tamaño, contenía lo siguiente:
- Una introducción teórica a la lengua y seis textos como ejemplo, de ellos algunos traducciones (el “Padrenuestro”, el inicio del “Génesis” de la Biblia y un poema de H. Heine) y otros originales, como las dos primeras poesías en Esperanto escritas por el propio Zamenhof.
- Una hoja para responder al autor mediante correo postal en la que el destinatario firmaría una promesa de aprender el idioma.
- Las 16 reglas básicas de la lengua.
- Un minidiccionario con 917 raíces.
En seguida aparecen las versiones en polaco, alemán, francés e inglés, y ya en 1888 hay como mínimo varios centenares de personas aprendiendo el idioma por toda Europa e incluso Estados Unidos. En ese año aparece el “Segundo libro” (Dua libro) con respuestas a las demandas recibidas por correspondencia y nuevos materiales traducidos.
El libro había aparecido bajo pseudónimo, firmado por un Dr. Esperanto, que en la propia lengua internacional significa “el doctor esperanzado” (o que tiene esperanza). Muy pronto ese nombre es el que adquiriría la propia lengua. Pronto se supo que el autor era un joven médico de Varsovia, llamado L.L. Zamenhof.
Aunque el "Unua Libro" contenía una tarjeta en la que el lector se comprometía a aprender el idioma si otros diez millones de personas hacían la misma promesa, numerosos lectores se sintieron atraídos muy rápido por la lengua y comenzaron a aprenderla sin necesidad de esperara a llegar a esa cifra (que se mostró demasiado optimista). En 1889 se publicó un Directorio, ya con más de mil esperantistas.
Pronto comienzan a formarse clubes de Esperanto, muchos de antiguos clubes deVolapük transformados (el volapuk fue un intento anterior de lengua internacional, propuesto en 1879 por el sacerdote alemán Johann Martin Schleyer) y ya en 1889 aparece la primera revista periódica La Esperantisto. Hasta ese momento, no obstante extenderse por todo el mundo (en España los primeros hablantes datan de 1889 y 1890 aparece el primer método para hispanohablantes), la mayoría de los hablantes se concentran el centro y este de Europa. Pero a partir de 1890 en Francia se genera un fuerte núcleo de esperantohablantes que enseguida coge las riendas del movimiento a nivel internacional.
Desde el comienzo se sucedieron muchos debates acerca de posibles reformas de la lengua, de hecho hay modificaciones y propuestas de material nuevo que no aparecían en el Primer libro y sin embargo entran a formar parte del idioma. Sin embargo, las reformas más radicales son sometidas a un referéndum en el 1894 y rechazadas, por lo que la gramática del “Unua Libro” queda como base de la lengua.
Otra fuente de inestabilidad la constituye la prohibición por la censura zarista, en 1895, de la revista La Esperantisto, por contener un artículo del escritor León Tolstoy. Dado que en ese momento la revista era la fuente principal de comunicación de los hablantes de la lengua, y de que la mayoría de éstos vivían en el imperio ruso, este golpe estuvo a punto de causar la desaparición del movimiento organizado. El testigo lo tomó Lingvo Internacia en Suecia.
La consolidación
Por esas fechas comenzaron a publicarse los primeros libros, al principio traducciones de clásicos de la literatura universal, por el propio Dr. Zamenhof, aunque pronto se unirían otros escritores, que también empezaron a escribir poesía original en el idioma.
También por estas fechas comenzaron a formarse las primeras asociaciones nacionales para la difusión del idioma, y también las que agrupaban a los hablantes de acuerdo con sus aficiones, ideología o intereses. El número de hablantes comenzó a crecer regularmente, así como el apoyo de personalidades e instituciones.
La primera prueba para un encuentro internacional tuvo lugar en 1904 en Calais (Francia), donde unas decenas de esperantistas franceses y británicos se encontraron para probar las posibilidades de organizar un acontecimiento más serio. Así, al año siguiente, cuajó por fin la formación de una asociación internacional, Liga Esperantista Mundial (Tutmonda Esperanto-Ligo), que en ese mismo año organiza el primer congreso internacional en Francia, en la localidad de Boulogne-sur-Mer.
La reunión fue un éxito total. En primer lugar, afirmó la confianza de los partidarios del idioma en las posibilidades de la lengua como medio de comunicación real, no sólo teórico. El discurso inaugural de Zamenhof creó entusiasmo entre los asistentes, y ayudó a consolidar el apoyo a las ideas fundamentales tras la lengua.
De hecho, el éxito del Congreso animaría a la celebración de encuentros similares en años sucesivos. Desde entonces todos los años (con excepción de las interrupciones debidas a las dos guerras mundiales) se han desarrollado los llamados “Congresos Universales de Esperanto”, más de 100 hasta la fecha.
El Congreso de Boulogne sirvió también para discutir las principales divergencias dentro de los esperantistas. Una de las principales era la que oponía a los esperantistas más ideologizados, que veían el esperanto como una forma de alcanzar el entendimiento entre los pueblos, y en última instancia en conseguir la paz mundial (lo que se vino en llamar la “interna ideo”, la idea interna del esperanto), frente a los que preferían que fuera solo un instrumento neutral de comunicación internacional para la ciencia, el comercio y la diplomacia. Se llegó a un acuerdo en lo que se llamó la “Declaración sobre la esencia del esperantismo” o simplemente “Declaración de Boulogne”, definiendo el esperantismo como “el esfuerzo por difundir en todo el mundo el uso de la lengua neutral que sirva para la comprensión mutua entre personas de distintas lenguas” y aclarando que, en cualquier caso, esperantista es “cualquier persona que sabe y utiliza la lengua esperanto sin importar el objetivo”.
La Declaración contenía también un compromiso en torno al asunto de las reformas y la evolución de la lengua, afirmando que “la única ley o fundamento que será obligatorio en adelante para todos los esperantistas será la pequeña obra titulada ‘Fundamento de Esperanto’, que nadie tiene derecho a modificar”. El Fundamento es básicamente el “Primer Libro” de Zamenhof, que se considera intocable, aunque se permite la evolución natural de la lengua dentro de esos límites.
Para conservar y proteger esos principios y guiar la evolución de la lengua se aprobó en el congreso la creación de un “Lingva Komitato”, que daría lugar más adelante a la actual “Akademio de Esperanto”.
El Primer Congreso debatió también sobre la organización de lo que empezaba a llamarse el movimiento esperantista. Este apartado quedó sin solucionar de forma satisfactoria, por las diferencias de visión entre los esperantistas y, en ocasiones, los enfrentamientos personales.
De hecho, en 1907 se produjo la mayor de las crisis que afectaron al esperanto, cuando algunos destacados esperantistas, encabezados por el secretario de la liga francesa, Louis de Beaufront, apoyaron una versión reformada del esperanto, el "ido". Este proyecto atrajo a una parte importante de los dirigentes esperantistas, especialmente en Europa Occidental. Sin embargo, la mayoría de los hablantes se mantuvieron fieles a la versión fijada por el "Fundamento", aunque los intentos de buscar alternativas al esperanto no cesaron en las dos siguientes décadas.
En 1908 se fundó la Asociación Universal de Esperanto (“Universala Esperanto-Asocio”, UEA), que pretendía unir a los hablantes de la lengua por encima de las organizaciones nacionales, con objetivos de apoyo mutuo y de utilización práctica del idioma. Sus fundadores fueron dos jóvenes suizos, Hector Hodler y Edmond Privat. UEA es aún hoy la principal organización del movimiento esperantista, aunque su naturaleza y funcionamiento han cambiado notablemente durante este tiempo.
El mayor impacto negativo que sufrió el esperanto lo constituyó, en agosto de 1914, el comienzo de la Primera Guerra Mundial. En primer lugar, porque el conflicto coincidió prácticamente con el día en que iba a comenzar en París el 10º Congreso Internacional de Esperanto, una conmemoración en la que se habían depositado muchas esperanzas, y a la que se habían adherido una cantidad notable de esperantistas y simpatizantes. Pero, sobre todo, porque la guerra y el crecimiento desmesurado de los sentimientos patrioteros y bélicos supusieron un importante golpe al movimiento esperantista, cuyos ideales de paz y comprensión entre las naciones se vieron brutalmente desacreditados.
Además, durante la guerra, en 1917, en la Varsovia ocupada, falleció el Dr. Zamenhof. Poco antes de fallecer había publicado un “Llamamiento a los diplomáticos”, para que tras el cese de las hostilidades se establecieran mecanismos para acabar con las tensiones nacionales y evitar la reproducción de los conflictos bélicos.
Por fortuna, la UEA mantuvo su actividad durante la guerra, y desempeñó un destacado papel en los intentos de disminuir los sufrimientos de las participantes, mediante labores de comunicación e intermediación, y también en el renacimiento, tras la finalización de la guerra, del esperanto como una alternativa a las tendencias bélicas de los nacionalismos.
Renacimiento, florecimiento y persecuciones
Tras la finalización de la Primera Guerra Mundial la llama del esperantismo volvió a avivarse, y se retomó la actividad propagandista y cultural. Incluso, en algún sentido, la conciencia sobre las tragedias recién causadas por los imperialismos y nacionalismos dio lugar a un resurgimiento de ciertas doctrinas pacifistas e internacionalistas como el esperanto.
La creación de la Liga (o Sociedad) de Naciones dio alas a esas tendencias. Una propuesta formal, apoyada por numerosas delegaciones, promovió el que se diera un papel importante al esperanto en esa organización internacional. La propuesta, sin embargo, fue enérgicamente opuesta por el gobierno francés, que veía amenazado el papel de su lengua en las labores diplomáticas, y fue finalmente rechazada. La situación se reprodujo posteriormente en el Comité de Cooperación Intelectual de la Liga (que a veces se ha considerado como el precedente de la actual UNESCO), donde se reconoció la importancia cultural de la lengua, pero donde, de nuevo por presiones del gobierno francés, se rechazaron las propuestas para dar al esperanto un papel más oficial. El éxito más importante en lo referente a reconocimientos oficiales tuvo lugar en el año 1924, cuando la propia Sociedad de Naciones recomendó la declaración del esperanto como "lengua clara" para la redacción de telegramas (y no como un mero código); esta recomendación se hizo efectiva un año más tarde por la Unión Postal Universal.
En esos años 20 diversas conferencias internacionales promovieron el uso del esperanto en ámbitos como la ciencia y el comercio.
En otro ámbito muy distinto, algunos sectores del entonces pujante movimiento obrero vieron en el esperanto la posibilidad de hacer avanzar el llamado internacionalismo proletario, y crearon sus propias organizaciones. Aprovechando el Congreso Universal que tuvo lugar en Praga, en agosto del año 1921, se fundó una nueva organización que agrupara a los trabajadores que querían emplear el esperanto al servicio de la lucha de su clase social. La denominación elegida fue la de Sennacieca Asocio Tutmonda (SAT); el nombre es de difícil traducción al castellano, ya que emplea dos palabras derivadas sin equivalente exacto: "tutmonda" quiere decir mundial, mientras que "sennacieca", que podríamos traducir como anacional, hace referencia a que la asociación no utiliza como base de su estructura la referencia de las naciones. SAT agrupaba (y agrupa todavía actualmente) a tendencias muy diversas dentro del ámbito de las ideologías laboristas: socialistas, comunistas, anarquistas y otras, y durante muchos años tuvo una gran importancia en la difusión del esperanto en las capas populares, con una personalidad propia muy destacada y una labor cultural muy apreciable.
Puede considerarse que el final de los años 20 y comienzo de los 30 constituyeron una especie de Edad de Oro del movimiento esperantista organizado. También la actividad literaria se incrementó, y convirtió al esperanto en una lengua de cultura madura, con poetas populares y de prestigio, principalmente a través de lo que se conoció como la "Escuela de Budapest".
Por desgracias, en los años 30, el endurecimiento de la situación internacional y algunos acontecimientos en países donde el esperanto tenía una base social importante, dañaron de nuevo, y esta vez con aún más intensidad, las perspectivas del esperanto.
La primera gran persecución se produjo en la Alemania nazi. El carácter internacionalista del esperanto, el hecho de que hubiera sido iniciado por un judío, y la existencia de un importante movimiento obrero esperantista, produjeron la hostilidad de Hitler, que en su libro “Mein Kampf” condenó el idioma, como instrumento de la conspiración judía. Al poco de llegar al poder, los nazis cerraron los grupos obreros esperantistas, que habían adquirido una gran importancia en los países de habla alemana y encarcelaron o asesinaron a algunos de los principales activistas.
Aunque el movimiento neutral intentó adaptarse a la situación, asumió algunos de los postulados del régimen y llegó a expulsar a los miembros judíos, ello no sirvió de nada, y en mayo de 1935, el Ministerio de Ciencia, Educación y Cultura Popular prohibió la enseñanza del esperanto en los centros de enseñanza. Como justificación, en el decreto se afirmaba que el idioma internacional contribuía a la “debilitación de los valores esenciales del carácter nacional”. Poco después la Asociación Alemana de Esperanto fue obligada a disolverse por decreto. Se prohibió toda propaganda a favor del idioma, y numerosos esperantistas fueron víctimas del nazismo, algunos por sus actividades, otros por su condición de hebreos, entre ellos los tres hijos del doctor Zamenhof.
A finales de los años 30, otro golpe, más imprevisto, iba a caer sobre el movimiento esperantista: en 1937 se prohibió la Asociación Soviética de Esperanto, y se encarceló y ejecutó a la mayor parte de su directiva. El golpe fue imprevisto porque el esperanto había alcanzado un gran auge en los primeros tiempos de la Revolución Rusa, donde se veía como un elemento más del internacionalismo teóricamente promocionado por las nuevas autoridades, y durante los años 20 y comienzos de los 30, se habían organizado numerosos cursos y se crearon clubes en toda la Unión Soviética. Sin embargo, el ambiente fue cambiando progresivamente, especialmente tras los conflictos en el seno del movimiento esperantista obrero internacional, y la hostilidad de algunos de sus dirigentes al régimen soviético. Los esperantistas pasaron a resultar sospechosos por sus contactos internacionales, y pronto llegó la acusación de “cosmopolitas y espías”. En los últimos años de la década de los 30, durante el periodo de las llamadas Grandes Purgas, el régimen estalinista descabezó el movimiento esperantista organizado, y varios de sus elementos más destacados fueron ejecutados. Toda actividad a favor del esperanto fue eliminada, y los contactos con exterior, cortados.
El esperanto también sufrió en otros regímenes totalitarios.
Pocos años después, de nuevo el inicio de una nueva Guerra Mundial produjo un parón de las actividades esperantistas, y un nuevo ataque a los ideales que el idioma comportaba.
Tras la guerra
Tras la Guerra, no obstante, una vez más renació la actividad en favor del esperanto. Una reorganización de las asociaciones que concentraban a los activistas, dio lugar a la constitución de la Asociación Universal de Esperanto (ya existente con este nombre desde 1908, pero ahora refundada y con un carácter más institucional).
En 1954 la UNESCO reconoció en su Conferencia General los méritos del esperanto, e instó a los gobiernos a favorecer su uso. No obstante, su uso en las organizaciones internacionales continuó siendo reducido.
Poco a poco, los hablantes del esperanto se concentraron en la actividad de relación internacional, y prefirieron el estrechamiento de los lazos de comunicación entre los propios hablantes, aunque sin despreciar la actividad informativa externa.
En los años 50 se creó en La Laguna, en las islas Canarias, una editorial, “Stafeto” que durante los años siguientes fue el referente en la edición de literatura en esperanto. La llamada “Escuela Escocesa” creó obras de vanguardia y avanzó en la explotación de las posibilidades literarias de la lengua.
El final de los años 60 y el comienzo de los 70 vieron una evolución de las ideas de los hablantes de la lengua, que apostaron por la creación de una comunidad propia, con un menor énfasis en la actividad institucional. También se vio un fuerte renacimiento del movimiento esperantista en el este de Europa, tras los obstáculos que había creado el estalinismo. En muchos países el esperanto se constituyó en una de las mejores vías de relacionarse con personas de países con otros sistemas sociales y de conocer otras formas de vida y de cultura.
Los avances de la globalización económica y la consolidación de la hegemonía de los Estados Unidos provocó en los años posteriores un reflujo en el interés por el esperanto, asociado a la visión del inglés como la nueva lingua franca de la humanidad, y el medio de relación internacional consolidado en los ámbitos de los negocios o la ciencia y la tecnología.
Los últimos años han visto, sin embargo, un renacimiento en el interés por el esperanto, ligado sobre todo a las facilidades para la comunicación internacional que ofrecen las nuevas tecnologías. Los contactos internacionales se han multiplicado, las reuniones internacionales han aumentado en variedad y difusión, y la colaboración entre personas de países y culturas diferentes han alcanzado niveles que los antiguos esperantistas no podían ni soñar.
También ha desempeñado un papel la constatación por muchas personas de que el uso de una lengua nacional trae consigo una ventaja injusta para los hablantes nativos, y unos beneficios económicos, de prestigio y de poder para sus países. Todo ello, junto con las limitaciones para una comunicación de igual a igual cuando se emplea una lengua nacional, ha creado un nicho para una lengua que siempre ha hecho gala de su carácter neutral.
Para saber más: recomendamos el libro en castellano “El hombre que desafió a Babel”, de René Centassi y Henri Masson, GRAM ediciones, Madrid, 2005.
Sobre las persecuciones al esperanto, ver Ulrich Lins: “La danĝera lingvo” (La lengua peligrosa).
Basado en parte en textos en http://www.delbarrio.eu/historia.htm.
Ver también: Breve cronología del esperanto.